Aquí les dejo un texto que hice hace un tiempo. Surgió un día de lluvia, un 24 de mayo, cuando se cumplían 10 años de aniversario de casada con mi marido, y sí, es un poco la forma en que nos conocimos, jeje!
Espero que la disfruten. Cariños, Mimi.
La lluvia cae
suavemente mojando cada rincón del jardín. Las flores agradecidas reciben su
humedad mientras se mecen con la suave brisa que deja el viento a su paso. Y yo
miro a través de la ventana cómo las gotas se pegan a ella dibujando líneas
indefinidas que se mezclan en un laberinto sin fin.
Y como si mis
ojos quisieran imitarlas, las lágrimas recorren mis mejillas haciendo caminos
en ellas. Recuerdos. Historias. Miles de sensaciones recorren mi cuerpo. Y me
estremezco por el tiempo pasado. El tiempo que vivimos juntos. Y por ese primer
día…
Lo había visto muchas veces pasar por al
lado de mi escritorio y aunque intentaba no parecer interesada, mi vista me
traicionaba y mis ojos se desviaban vergonzosos hacia donde él se encontraba. Tantas
veces me había decepcionado creyendo que alguien se fijaba en mí… que trataba
de no darle importancia al hecho de que siempre me pidiera que lo acompañara
cuando debía salir a adquirir los elementos necesarios para la oficina. Y cada
una de sus propuestas yo las tomaba como parte del trabajo diario.
Las salidas se hicieron más seguidas. Y yo
disfrutaba de ellas… imaginando, a escondidas, dibujando en mi mente como él me
decía lo que sentía por mí y como yo le confesaba mi amor.
Y aquel día... Él se había puesto a mi lado
y estábamos a unos pasos de su auto. Hacía frío. La cercanía del invierno
comenzaba a notarse y yo salí sin campera. Su mano en mi espalda me dio el
abrigo que necesitaba. Y esa caricia derritió el hielo en el que me había
convertido cuando la gélida ventisca rozó mi cuerpo.
- Estás temblando – me dijo y se acercó más.
Pero no era el frío el que me hacía sentir así.
- Estoy… bien – intenté pronunciar.
- Mañana tengo que volver a salir – agregó.
- No hay problema – le respondí
automáticamente.
- Es sábado – se puso frente a mí y me miró
a los ojos – no trabajamos –
Levanté la vista nuevamente, la había bajado
cuando noté la suya en mí. Estaba sorprendida y él lo notó.
- Te estoy invitando a salir – aclaró. El
color rojo pintó mis mejillas. Me sentí como una tonta cuando expresó esas
palabras. “Dí algo” pensé “o creerá que realmente lo eres”.
- Yo… - es lo único que salió de mi boca. Y
creo que enrojecí por completo.
- ¿Aceptás? – me preguntó.
- Sí – respondí. Me dedicó una sonrisa que
terminó de derretirme. Y cuando estaba por girar para abrir la puerta del auto,
él me detuvo.
- Hay algo más – apoyó sus manos sobre éste a
la altura de mis hombros – y no puedo esperar a mañana – rozó sus labios con los
míos y yo terminé de fundirme cual piedra en un volcán.
15 años desde
aquel primer beso. Dibujo una sonrisa en mi rostro mientras las lágrimas siguen
cayendo sin control. Y tus caricias me vuelven a abrigar cuando te sientas a mi
lado. Me acomodo en tus brazos y miramos juntos por la ventana, en silencio,
sumidos en los recuerdos.
- Te amo – me
susurra al oído.
- Y yo a ti – le
respondo mientras giro y lo beso tiernamente. Un beso en los labios, uno en la
punta de mi nariz, uno en la de él. Nuestro saludo, el desde ese día, el de
todos los días.
Y las risas
llegan a nosotros. Las hermosas risas de nuestras pequeñas, que entretenidas en
sus juegos, pasan a nuestro lado para sumarse al abrigo de nuestro abrazo.
Mi querida Mimi,
ResponderEliminarYa sabes cuánto me gusta este pequeño relato. Me encanta. Rebosa tanta ternura y atesoramiento, que es imposible que no te emocione. Gracias, cielo. Por volver a hacerlo, :*
¿Qué se puede decir de estas letras que nos has regalado?: simplemente preciosas. Ya te seguimos Mimi, así que nos iremos pasando.
ResponderEliminarPd: Y sí, nos pasaremos a leer destinos. ¡Ya diremos algo!
Un beso enorme.